Todos los días, Michelle se levanta y empieza el día en casa de sus abuelos en Villa Nueva, una ciudad a las afueras de la capital de Guatemala. Apaga el despertador, se pone las gafas, prepara el desayuno y abre el ordenador para empezar las clases. A primera vista, es la típica joven de 19 años. Pero Michelle es cualquier cosa menos típica.  

Villa Nueva es una ciudad asolada por la violencia de las bandas y, en su barrio de El Mezquital, Michelle nunca puede alejarse más de unas manzanas de su casa. Cuando era pequeña, su padre fue víctima de un crimen violento y murió. Su madre siguió adelante con fuerza para criar a Michelle y a su hermano pequeño, creando una vida feliz contra todo pronóstico. Pero en agosto de 2020, la madre de Michelle falleció y Michelle encontró el dolor de esa pérdida monumental total y completamente desestabilizador. Ella y su hermano se mudaron a casa de sus abuelos, donde los acogieron con los brazos abiertos. Sin embargo, se enfrentó a la realidad de ser huérfana a los 17 años y tener que cuidar de su hermano de 14 en un barrio difícil.